miércoles, agosto 23, 2006

Llueve

Teresa,
Las nubes ya no caben en el cielo. Escucha, a través de la pared, el crujir de su sublimación inversa y su caer violento pedazo a pedazo. Deben abollar automóviles, rasguñar muros, descalabrar a los incautos. Rodarán junto a las aceras hasta terminar en la alcantarilla, donde las nubes se reúnen con las nubes en su nuevo dominio subterráneo. Algún día, ya no cabrán ahí y se abrirá el pavimento para derramar sobre la tierra una bruma eterna y espesísima que no dejará que los hombres vuelvan a encontrarse unos con otros.
¿No es maravilloso, querida? Podremos estar juntas para siempre.

1 comentario:

S.B.S. dijo...

Siempre sorprendiéndome con tus imágenes. De pequeño veía caerse el cielo desde la ventana, como bajaba por los peñascos mientras al calor de la lumbre junto a mi abuela, comía un bocadillo de tortilla francesa recién hecha. Nunca me supo la tortilla de esa manera. Nunca visione una tormenta de la manera que tu la describes. excelente!