lunes, marzo 27, 2006

Sobre mojado

El fin de semana parecía haber empezado bien. Digo parecía, porque tuve una maldita clase de reposición el sábado en la mañana. No entendí ninguno de los temas y la profesora, por lástima, me dio el punto que todos los demás se ganaron fácilmente. El resto de la mañana y parte de la tarde me los pasé con un familiar extranjero recorriendo la ciudad y desgastándome las ganas de volver a caminar. Una boda a las siete treinta.

Antes, a las cuatro, mi madre, mi cuñada y yo teníamos que ir a la "estilista". La ineficiente nos dijo que regresáramos a las cuatro y media por un retraso (extra menstrual --girl-joke--). En fin, volvimos a las cuatro y media sólo para que nos sentara a esperarla hasta las cinco. Los peinados costaron un ojo de la cara. El mío se desbarató a unas cuadras del salón. Con ayuda de mi cuñada, para las siete estaba perfectamente peinada, maquillada, vestida, y demás participios. Corrimos a la iglesia, nos chutamos la ceremonia y volví a tener la vieja discusión con mi madre sobre mi falta de fe en su religión.

Llegamos al salón de la fiesta para descubrir que habían separado a la familia y que yo estaba sentada en una mesa de desconocidos con el doble de edad que yo. Por ahí de las diez sirvieron la cena. Había una cantidad de cubiertos innecesaria, así que tuve que copiar discretamente los movimientos del hombre de al lado, quien disimulaba mejor que yo su confusión. Desde que se abrió la pista estuve hora y media sentada en el aburrimiento total. Mi hermano, el púbero, se puso en huelga de baile y yo, sin pareja. Nadie se acercó. Luego de meditarlo llegué a la conclusión de que no soy tan repulsiva. De hecho, hasta hace poco tiempo podía conocer personas interesantes incluso en ese tipo de reuniones. ¿Cuál era el problema? Tal vez empiece a notárseme Wong, tal vez él lo sepa, tal vez él se haya dedicado a ponerme al cuello esa etiqueta de "Manténgase alejado, esta mujer está fuera de sus cabales." Tal vez. Tal vez estaba tan distraída con estas cavilaciones que dejé pasar alguna oportunidad, o tal vez la hubiera dejado pasar aún habiéndose presentado. No lo sé.

Un primo, excelente bailarín, me rescató del pantano y bailamos hasta las tres de la mañana casi sin parar. Fui partícipe de ritos extraños como aquel en que las mujeres usan una peineta rematada en velo y corren por todo el salón al ritmo de la música para generar tensión antes de que la novia aviente el ramo a una pobre necesitada de afecto. Interesting. En fin, dormí poco para seguir dando recorridos turísticos todo el domingo. Terminé mi fin de semana con los pies hinchados y un cansancio insoportable. No hice tareas ni estudié para un examen importante.

Hoy:
  • Me desperté antes de que sonara el despertador. Se me hizo tarde de todos modos.
  • Tenía clase a las diez y llegué a las seis cuarenta y cinco para estudiar. No valió la pena.
  • Me entregaron una pésima calificación. Me peleé con la profesora.
  • Gasté la mitad del dinero que había apartado para la semana. Hoy es LUNES.
  • Me quedé hasta las seis y media de la tarde haciendo el examen. No lo terminé y es probable que lo poco que resolví esté mal.
  • Llovió cuando salía para mi casa. El camión no pasó rápido y además estaba a reventar.
  • Me enfermé de la garganta. Tuve una discusión.
  • Se me pasmó la pantalla casi cuando iba a terminar este post y tuve que reescribirlo.

And I think to myself: What a wonderful World!

viernes, marzo 24, 2006

Chispita

Hoy Etienne me prometió presentarme a alguien extraordinario, una persona tan interesante que me dejaría recogiendo mi ego por pedazos durante días. Era... (¿están listos?)... Chispita. Sí, Chis-pi-ta. Una mujer condenada desde el nombre. La vi a lo lejos. Su blusa de marca se esforzaba demasiado para parecer proveniente de Coyoacán o el Chopo. Sus jeans en las caderas, quizá cosidos esa misma mañana alrededor de su cuerpo, comprimían las carnes grotescamente. El resto de su imagen compuesta por detallitos inexplicables gritaba: "Esto es lo que viste la gente como ustedes, no?" Quizá cuando vio que éramos personas sin afiliación clara de moda se desilusionó un poco. Pero tuvo la nobleza de darnos la oportunidad de disfrutar su compañía, y lo que descubriríamos nos dejaría reconsiderando la veracidad de nuestros prejuicios.

Supimos de nuestra equivocación cuando la oímos hablar. El tono chillón se adornaba de frases maravillosas como: "Está súper-cool", "Cero que me influya lo que diga esa pendeja", "Sólo lo besé una vez y mi güey no me dijo nada", "O sea, ultra-mega-loser". Ante este lenguaje, plagado de neologismos, mi ego comenzó a desbaratarse. Esta mujer era, tal vez, la fundadora de una lengua universal como el esperanto. Le puse más atención.

Sus problemas más importantes eran dónde estaba el cajero automático más cercano y cómo debería vestirse para su entrevista de trabajo como edecán en un nuevo antro (lo que aparentemente era súper-fashion porque le permitiría conocer gente nueva y obtener cortesías no-cover). Esta parte de la conversación era un recurso didáctico para hacernos ver un modelo maquiavélico aplicado al ritmo de vida del siglo XXI.

Como si toda esa sabiduría fuera poca, nos iluminó con su tesis más concluyente. Dijo que si tuviera la nariz más respingada se parecería más a la protagonista de cierta telenovela. Fue directa y breve. Es obvio el discurso implícito. La mímesis es una copia pobre pero simbólica de la realidad, los niños pequeños aprenden por medio de la mímesis los conceptos más abstractos y trascendentes de la vida. Volver a la mímesis a los 19 años de edad significa tender puentes hacia las actitudes intelectuales y emociones más básicas en aras de poder redefinir la identidad en el entendido de que el hombre es bueno por naturaleza.

Después de la salida con Chispita he reconsiderado mis prioridades. Los entretenimientos deberían volverse proyectos de vida. Los instintos, el origen único de la creación artística. La poliandria, la forma más noble de entregar al mundo lo mejor de nosotros mismos. La imitación y el ideal de uniformidad serían, entonces, el camino exclusivo hacia la mejora. Achíspense y venceremos.

lunes, marzo 20, 2006

Alÿs

No hay cosa más maravillosa en este mundo que comer esos arándanos deshidratados que venden en las grandes tiendas norteamericanas. ¿Por qué son tan fantásticos? Porque son rojos, pequeños, deformes y con un friego de azúcar; porque son mejor acompañante para las películas en casa que las palomitas e igual de adictivos; y porque hacía ya más de un año que les había perdido la pista. El miedo a la Ley de Murphy, o tal vez mi egocentrismo, me hacía pensar que si dejaba de comprarlos por mucho tiempo seguramente los descontinuarían. Pero no, hoy me regalaron una bolsa y fue como reencontrarse con un viejo amigo... a quien no puedes esperar por comerte. En conclusión, me encuentro con una sobredosis de carbohidratos de la felicidad.

Por eso, aunque en realidad no haya conexión alguna, tengo que hablar de Francis Alÿs. La
semana pasada me encontré súbitamente perdida en el zócalo de la contaminadísima Ciudad de México con mi 'amigo' Wong. Él quería ver la exposición "Diez cuadras alrededor del estudio" de un tipo que, por lo que me contaba, era simplemente un turista despilfarrador con pose de pseudoartista que había venido a México para llevarse souvenirs exóticos. En fin. Pasamos entre los ambulantes hasta la puerta del Antiguo Colegio de San Ildefonso y entramos en la dimensión alÿsesca. Grandes restiradores con planos, cálculos y apuntes en tres idiomas daban la bienvenida a un mundo experimental. Para no hacer de esto un Major Spoiler, sólo mencionaré algunas de las locuras que ahí encontramos.

Monsieur Francis paseó un bloque de hielo más alto que él y le tomó fotos por calles sucias, junto a indigentes, etc. A lo largo de su estudio, el hielo se fue convirtiendo en un insulto de coctel hasta hacerse agua plasmada en la última fotografía. Quedé impresionada. El cambio en tamaño y forma del hielo es más evidente por la influencia del entorno decadente donde el autor decidió hacer las tomas. La insignificancia progresiva del hielo parece carcajada cínica que da un carácter de futilidad a la miseria.

En otra parte, llamada Dejá Vu, se ve una imagen donde unas piernas enfundadas en simples pants azules son captadas justo cuando están por dar un paso en una calle desigual. Esa misma imagen se puede ver varias veces, de forma casi warholesca, donde el único cambio es el color de los pants y tenis. La postura de la persona, el lugar justo y la posición de los pies son los mismos en cada foto sin que éstas hayan sido modificadas para dar el efecto. Pienso que el mensaje es abiertamente la pérdida de la identidad en la ciudad, lugar que homogeniza a las personas en su atmósfera deprimente.

Quizá el que más me impresionó fue su experimento sobre la recolección de basura. Tiró siete estatuillas de bronce en distintos depósitos y luego de un tiempo las buscó en puestos y establecimientos de cachivaches. A la fecha ha podido encontrar dos. Además de estas y otras demostraciones transgresoras, la exposición cuenta con videos, entrevistas y modelos. A final de cuentas, soy fanática de Alÿs. Wong dijo que era una especie de performer. Yo no sé bien qué sea.

Ugh, estos arándanos empalagan. Ya no los hacen como antes.

sábado, marzo 18, 2006

Caer

¿Por qué la fijación por andar cayendo en madrigueras de conejo, por agujeros en las islas, por puentes entre ventanas? La fuente del ridículo: la caída. La fuente de inspiración: la caída. La metáfora perfecta.

Estamos destinados, tal vez, a lo terrenal. La gravedad, ¿será acaso una herramienta del Cielo para repelernos? Porque si hay algo seguro es que caemos. Ante eso no podemos hacer nada, incluso el ir en la dirección contraria a la caída, el elevarnos, tiene un límite desde el que sólo podemos ir hacia los lados, con suerte hacia delante. Entonces nos queda resignarnos. Tenemos vehículos para satisfacer esa necesidad. Tenemos aviones y naves espaciales para rehuir la verdad sobre la caída. Y cuando no tenemos nada de eso, en el estancamiento absoluto, varados en el paraíso insoportable, sólo damos la espalda como personajes de Golding y decimos:

Got a ship in your pocket?


Ahora que dejando la filosofía de lado, en realidad este blog fue bautizado después de que la availability de nombres y mis voces interiores me impidieran nombrarlo de otro modo. Además, no me gustaría definir este blog como pseudo-intelectual, banal, new-age, etc. Esperemos a que empiecen a llegar comments de ultraconservadores con amenazas de muerte para dar una conclusión satisfactoria. Por ahora me retiro, esperando que en algún lugar del ciberespacio existan almas dispuestas a dejarse caer en este blog.