miércoles, febrero 13, 2013

Hola de nuevo, Insomnio

Por circunstancias de las que espero poder hablar pronto, me encuentro de vuelta en casa de mis padres. Si bien la mayor parte de mis cosas está embodegada, mi recámara se ha vuelto oficina, biblioteca, sala de tele y patio para mascotas. Y es justo el último atributo el que me ha mantenido al borde del ataque de nervios desde el primer día en la "nueva" casa.

Roswell, acostumbrado a otro departamento, otro dueño y otros horarios de sueño, estuvo llorando dentro del cuarto casi toda la noche. La tendencia se repitió algunas ocasiones más y ha vuelto a ocurrir de manera cada vez más intermitente. Va por buen camino. El caso sin solución es Harley. La pequeña tiene hábitos nocturnos y es extremadamente ruidosa, algo que se volvió relevante cuando comenzamos a vivir en la misma habitación.

Pues bien, esta madrugada las carreras y los rasguños de Harley volvieron a despertarme a las 4 y fue imposible volver a dormir. Intenté evocar mis años mozos e insomnes, quizás los más creativos que haya tenido, y decidí escribir. No puedo decir que aquel inicio de cuento sea maravilloso, pero me hizo ver que no estoy tan oxidada como yo creía -"tan", siendo la palabra clave-.

Si todo sale bien -o mal- y Harley me deja sin dormir una noche más, quizá termine la historia de Trish y les cuente algo más sobre ella. Francamente, apenas la estoy conociendo.

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