Una viejita extraña parecía estar esperando a los del Club, sentada sobre uno de los montículos del parque donde todo el mundo ―los saltamontes, las furias y los monjes budistas jugando al básquetbol― sabe que se reúnen. Al cuarto para la hora, llega Talita, ser que suele llegar antes que todos para leer unas últimas páginas con la esperanza de encontrar en ellas puentes que después sostengan su endeble postura frente al tema del día. La viejita desaparece. Por detrás y sin contar con que las sombras se proyectan hacia delante llega Wong, hombre que suele escuchar atentamente y en silencio, como absorbiéndolo todo, envuelto en un disfraz distinto cada vez (ora de distracción, ora de simplicidad) que invariablemente le sofocará hacia el final de la tarde. A poco se oye la voz de Babs, Cronopio que deja los recuerdos desordenados, pero Fama que los embalsama para el resto de los miembros. A su lado sorprende a todos Perico, personaje necesario que de vez en cuando desciende del Parnaso con la frente clara e iluminada. También, silenciosa, viene con ellos La Maga
En fin, Wong espera impacientemente la sorpresa anunciada por el hado, hasta que Ossip, ignorante de la situación, le revela que el nuevo asistente de las sesiones será Remorino. Wong sonríe a Talita como no lo había hecho en demasiado tiempo y ella le explica, después de someter a Ossip a una sesión salvaje de golpes-con-morral por arruinaencuentros, que arregló las cosas con Remorino por él, y que después de todo no había sido tan malo. Berthe y Perico hacen los comentarios antipolíticos necesarios para iniciar la sesión mientras se encaminan al café de siempre para ver con desagrado que:
1. El Santa Claus que hacía unos meses había dado a Babs y Talita horas de diversión había desaparecido. Sin embargo, no tuvo la menor importancia, pues ellas se levantaron cada media hora a aplaudirle como si, otra vez, fuera a encenderse y dar pataletas desplazándose de un lado a otro de la habitación.
2. Los sillones que deberían estar apartados para ellos estaban irremediablemente ocupados por, quizá, encarnaciones de la misma viejita del parque.
Después de que llegara el último de los asistentes esperados, Remorino, se inició la discusión. Realmente, se habló poco de El Proceso per se. Sólo Perico dio una introducción tan larga como interesante del paralelismo de la literatura Kafkaiana y de Dostoievski. Luego de eso, se pasó a la relevancia de la biografía de Kafka para entender su concepto de Autoridad, y se mencionó el cuento de “Before the law”. Ante esto, comenzó el debate. Pero primero, es necesario mencionar que para entonces se encontraban cómodamente sentados en los sillones, puesto que una vez más las personas que los ocupaban habían desaparecido. La pregunta sobre la mesa fue si la obra trascendía al autor o era al revés, y si eso era una característica necesaria del arte. Guy quería una definición categórica. Trépat, que resultó una experta en el tema habló del Arte como “la máxima manifestación del hombre”. Wong hizo la distinción formal entre artesanía, arte y diseño por su utilidad. De pronto, el arete en la nariz de
Lo que nadie pudo negar es que el arte debe ser bello, entendiendo por ello Estético. Tuvieron la primera variable de la ecuación. Perico hablaba de Duchamp y de cómo el arte podía ser lo mismo una creación absoluta o una recreación de la realidad, entendiendo por ésta lo natural o no. Talita mencionó que un paisaje natural, a pesar de ser bello no es arte, porque no es creación humana. Guy comenzó con sus argumentos sobre esa segunda variable: El hombre. Y su ejemplo:
“Si descubrimos vida inteligente en, yo qué sé… Marte, y encontramos “cosas” hechas por seres-no-humanos que cumplen con los criterios que se tienen para evaluar si algo es arte, entonces eso también es arte”.
No podía saberse quién decía qué pues los turnos para hablar se interponían, pero a la vez las ideas eran tan claras que parecía que los pensamientos se hilaban en una sola conciencia sobre el tema. De un momento a otro eran todos intentando explicarle a Guy el por qué su teoría no podía ser cierta. Él hablaba sobre que podía haber arte sin humanos como en el clásico juego a
― La idea de la silla no se llama “silla”, se llama “idea de la silla”, pero podemos ponerle un nombre cualquiera…
― Afla
― Sí, Afla, pues la idea del “Arte” es la “Estética”. Y si los marcianos hicieran una expresión de la estética tendría que tomar otro nombre distinto al de “Arte” aunque la creación cumpliera con sus características. La palabra Arte es copyright de las personas. Y nadie quiere meterse en broncas de derechos de autor.
Ante la conclusión oída apenas por Perico, Guy, Talita y Ossip se hizo el silencio. Nadie debía saberla para evitar otras dos horas de rodeos y vaivenes que tal vez serían útiles en otra sesión.
De ahí, algunas excentricidades más, nada fuera de lo común. Todos estaban satisfechos. La incomodidad inicial de Remorino había sido lentamente anulada. Ahora tenía la oportunidad de emprender el camino a casa con Wong. El único inconveniente de la tarde fue que la apasionada discusión generó incomodidad en los simples mortales que decidieron no desaparecer del café que debía haber estado reservado para la comitiva. Tal vez, la siguiente sesión marcaría el inicio de un vagar constante de café en café hasta encontrar el idóneo y, por qué no, un legendario Libro Libre. Y así, los del Club de
1. Según Boecio, la persona es sustancia [esencia] individual [vale más como individuo que como especie], de naturaleza racional [ostenta alma intelectiva]. Según Kant es un ser que es fin [en contraposición a medio] en sí mismo.
Para los curiosos que también leyeron este post: Talita= Liebre de Marzo, Wong= Gato de Cheshire, Babs= Sombrerero, Ossip= Falsa Tortuga, Guy= Grifo.
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