Antes, a las cuatro, mi madre, mi cuñada y yo teníamos que ir a la "estilista". La ineficiente nos dijo que regresáramos a las cuatro y media por un retraso (extra menstrual --girl-joke--). En fin, volvimos a las cuatro y media sólo para que nos sentara a esperarla hasta las cinco. Los peinados costaron un ojo de la cara. El mío se desbarató a unas cuadras del salón. Con ayuda de mi cuñada, para las siete estaba perfectamente peinada, maquillada, vestida, y demás participios. Corrimos a la iglesia, nos chutamos la ceremonia y volví a tener la vieja discusión con mi madre sobre mi falta de fe en su religión.
Llegamos al salón de la fiesta para descubrir que habían separado a la familia y que yo estaba sentada en una mesa de desconocidos con el doble de edad que yo. Por ahí de las diez sirvieron la cena. Había una cantidad de cubiertos innecesaria, así que tuve que copiar discretamente los movimientos del hombre de al lado, quien disimulaba mejor que yo su confusión. Desde que se abrió la pista estuve hora y media sentada en el aburrimiento total. Mi hermano, el púbero, se puso en huelga de baile y yo, sin pareja. Nadie se acercó. Luego de meditarlo llegué a la conclusión de que no soy tan repulsiva. De hecho, hasta hace poco tiempo podía conocer personas interesantes incluso en ese tipo de reuniones. ¿Cuál era el problema? Tal vez empiece a notárseme Wong, tal vez él lo sepa, tal vez él se haya dedicado a ponerme al cuello esa etiqueta de "Manténgase alejado, esta mujer está fuera de sus cabales." Tal vez. Tal vez estaba tan distraída con estas cavilaciones que dejé pasar alguna oportunidad, o tal vez la hubiera dejado pasar aún habiéndose presentado. No lo sé.
Un primo, excelente bailarín, me rescató del pantano y bailamos hasta las tres de la mañana casi sin parar. Fui partícipe de ritos extraños como aquel en que las mujeres usan una peineta rematada en velo y corren por todo el salón al ritmo de la música para generar tensión antes de que la novia aviente el ramo a una pobre necesitada de afecto. Interesting. En fin, dormí poco para seguir dando recorridos turísticos todo el domingo. Terminé mi fin de semana con los pies hinchados y un cansancio insoportable. No hice tareas ni estudié para un examen importante.
- Me desperté antes de que sonara el despertador. Se me hizo tarde de todos modos.
- Tenía clase a las diez y llegué a las seis cuarenta y cinco para estudiar. No valió la pena.
- Me entregaron una pésima calificación. Me peleé con la profesora.
- Gasté la mitad del dinero que había apartado para la semana. Hoy es LUNES.
- Me quedé hasta las seis y media de la tarde haciendo el examen. No lo terminé y es probable que lo poco que resolví esté mal.
- Llovió cuando salía para mi casa. El camión no pasó rápido y además estaba a reventar.
- Me enfermé de la garganta. Tuve una discusión.
- Se me pasmó la pantalla casi cuando iba a terminar este post y tuve que reescribirlo.
And I think to myself: What a wonderful World!
3 comentarios:
Qué sería de la vida si n todos esos bellísimos incovenientes...
solo una pregunta..
escuchas a delgadillo?
En efecto, esa es la cuestión. Mucho tiempo tuve el blog a la Sabina. Toca Delgadillo y después quién sabe...
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