Debo admitir que desde que entré a la universidad mi habitación se volvió caótica. Pero era un buen caos, era de esa clase que te permite tener las cosas en aparente desorden pero sabiendo exactamente dónde está cada una. Cuando terminé la carrera, el caos se puso nasty. Justo me acababan de contratar y estaba saliendo con Matt, así que no tenía ni un segundo para ordenar las pilas de libros, estados de cuenta, tickets, películas, discos, libros, dulces, cigarros, muéganos, palomitas!!!!!
Así que esta semana, sin novio a la vista y con dos días de asueto, mi madre me dio el ultimátum. Todo comenzó perfecto. Ordené las cartas y llegué a las fotos. Hacía mucho que no tenía fotos impresas en las manos, así que me puse a verlas todas. Todo seguía perfecto mientras encontraba las fotos divertidísimas de cuando mis amigos del Círculo y yo íbamos en la primaria, luego en secundaria y aún hay algunas de la prepa. En las fotos de la prepa se desató la maldición.
Resulta que hoy me cayó el 20 de lo que es haber estado en una relación durante casi 6 años. Ahí estaban las fotos de Wong en el museo de antropología, dormido, en el salón, en la premiación de Excelencia, en la del Teacher's course, en Cuernavaca, and so on. Si esto me hubiera pasado hace unos meses, me hubiera encerrado a llorar el resto de la tarde; pero no fue el caso. Sólo quité las fotos en las que aparecíamos solos. Al fin y al cabo la intención no es borrarlo de mi vida, sólo quitar lo que ya sobra, lo intrínseco a la relación terminada.
Continué la limpieza ordenando los apuntes del último semestre y llegué a los compartimentos debajo de la tele. Ahí estaban las cajas que Wong hizo para las películas y discos que me regaló en nuestros numerosos aniversarios. Una vez más respiré y las tiré a la basura. De ahí en adelante no dejó de aparecer. En los folders del librero estaba el sobre con todas las flores que sequé después de que me las regalara y una carta que le di y me devolvió. Luego entre los libros, todas sus cartas; entre los separadores, una tarjeta que dejó en un ramo de flores. Entre los cuadernos, un dibujo con pasteles y una copia de su comic. En un vitrolero, todos los 21's (las "colitas" de latas sin romper, que significaban besos); en las revistas, una manta de ¿fieltro? de cuando cumplimos 1 año. En mi estuche de hilos, un punto de cruz que le dejé inconcluso. En mi carpeta, su caricatura; en mis cuadernos, estampas de sus diseños. Hacia el final encontré todos los boletos de cine, teatro, conciertos, museos, galerías, etc. a los que fuimos.
Cuando terminé, miré a mi alrededor y creí que ya no había más cosas de él que me faltara por limpiar. Entonces entró mi madre por la monumental bolsa de basura y le conté la situación. Se paró en seco y recogió un anillo del piso qué sigo sin saber de dónde salió. "¿Esto no te lo dio el? ¿Y no vas a quitar la manta de anime que tienes sobre tu cama, que también te dio? ¿Y ya revisaste los cajones de la cómoda y el bureau? ¿Y los sobres junto a las películas? ¿Y el closet?" Ya era muy tarde y estaba agotada.
Presiento que aunque haga la limpieza más profunda y crea firmememente que ya no hay más cosas de nuestra relación... en unos días, meses o años seguiré encontrando sorpresas. Los recuerdos que se crean con alguien a lo largo de 6 años pueden volverse una plaga. Pronto destaparé ese velo de nuevo para darle gusto a mi madre y tener la habitación en orden.
Como sea, no todo fue terrible. Hacia el final de la tarde tomé un montón de fotos que había olvidado revisar. En 2 encontré al Matt de hace unos 5 años. Aún tenía el cabello corto, otros lentes y vestía como un niño bueno. Sonreí y me di cuenta de que el desgaste emocional de la tarde había valido la pena...
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