sábado, diciembre 30, 2006

Fantasma de la Navidad pasada

Sería imposible, teniendo un archivo con videos de cada una, diferenciar las fiestas de Navidad con mi familia. Desde una semana antes mi madre compra el bacalao, los romeritos y todos los ingredientes para hacer varios kilos de comida. Los siguientes días mi hermano y yo nos convertimos en máquinas especializadas en pelado de papas y de manzanas, autómatas que quitan la cáscara de cientos de almendras. Mi madre preparará, con sonrisa perturbadora, dips de queso con ostión para botanear. En Nochebuena es el Armaggedon. Mi madre, por los nervios de tener todo listo para la cena de la noche, está de un humor terrible y es mejor tratarla a larga distancia.

Como a las ocho llegan los primeros invitados, del total de 31 previstos. Poco a poco el sofá se cubre de regalos y el nacimiento bajo el arbol, de Niños Dios de cerámica: uno por familia, de distintos tamaños y vestimentas. Cada pequeño núcleo familiar procura llevar regalos para cada uno de los invitados a la fiesta, de manera que la sala queda casi inhabilitada. La botana fluye entre la concurrencia hasta como a las nueve y media, cuando los primeros pasan al comedor a cenar. Los comensales se relevan unos a otros en la mesa; y para las doce los que beben ya están ligeramente borrachos, los que comen ya están satisfechos y los que están cansados esperan que pase el reparto de los regalos para irse. Entonces todo el mundo brinda con vino blanco espumoso, especialmente los que estaban ligeramente ebrios. Todos abrazan a todos los demás, de hecho si te falta alguien por felicitar es muy probable que se ofenda.

Como a las doce y media la mayoría, excepto mi padre, mi abuelo, un tío recostado sobre la barra de la cantina y yo, sale de la casa a cantar el Ora Pro Nobis y luego "pide posada". De vuelta a la casa, toman a los Niños Dios y deciden quiénes de los presentes serán los padrinos de cada uno. Los afortunados o desafortunados arrullarán a las figurillas de cerámica meciéndolas y cantando canciones de cuna y villancicos. Los padrinos deberán desvestir las figuras y tienen hasta el 2 de Febrero1, día de la Candelaria, para vestirlas con la indumentaria característica de algún Santo. En esa fecha deben llevarlos a bendecir a la Iglesia y devolverlos a sus dueños.

Se rompen dos piñatas: una de los niños y otra de los adultos. En ambos casos pasan a pegarle empezando por los menores en edad. Ante todas las actividades soy una simple espectadora, exceptuando la siguiente: el reparto de los regalos. Para ser sincera no es que me ilusione recibir regalos, tal vez porque sé que me tocarán sweateres y blusas que terminaré cambiando en las tiendas, sino que la dinámica de reparto requiere mi presencia. Una o dos personas se ponen al frente y vocean el "De:" y "Para:" de cada etiqueta. Entonces la persona que da el regalo pasa por él y lo entrega a la persona que lo recibe. Mi madre siempre pone en la etiqueta, en el "De:", mi nombre y el de mi hermano, así que rondamos por toda la casa repartiendo y recibiendo regalos. Es de esperarse que esta actividad dure entre dos y tres horas.

Generalmente yo huyo del lugar con la evidencia obtenida y duermo hasta la mañana siguiente. Los demás bailan y beben hasta las cinco de la mañana. Algunos se quedan a dormir y a otros no los vemos hasta la tarde cuando regresan a comer lo del "recalentado" y nos cuentan lo que Santa Claus les llevó a sus hijos.

Es un gran rito de trascendencia antropológica.

1. La noche del 5 de Enero, un día antes del Día de los Reyes Magos, la familia se reúne a partir la rosca de Reyes. En ella hay algunos muñequitos escondidos que representan al niño Jesús. En caso de que alguno aparezca en tu pedazo de rosca, tendrás que invitar tamales a todos los presentes el 2 de Febrero, día de la Candelaria.

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