Haciendo la obligada limpieza de fin de año encontré cuadernos, libretas, servilletas y papelitos huérfanos llenos de textos míos. Alguna vez escribí. Y quise estudiar Lengua y Literatura Hispánicas y sentarme en la Biblioteca Central de la UNAM a leer a Girondo con anteojos; y vestirme con faldas largas, blusas bordadas a mano y botas sin sentirme fuera de lugar. Me sentía admirada cuando la gente vanagloriaba mis ensayos y crónicas, e incluso cuando criticaban mi prosa poética. De esos tiempos sólo me queda el Círculo de Lectura, el Club de Cine, el video de mi debut en Teatro, el Dungeons and Dragons, algunos diplomas, mis fachas, el blog.
No fue hace tanto tiempo. Ya no recuerdo en qué punto cambié, si es que cambié. ¿En qué punto la pasión por Shakespeare, Cortázar y Huidobro se igualó a la de Adam Smith, John Nash y Gary Becker?
Complete blackout.
1 comentario:
Ja ja ja ja ja... ¿Cómo te explico, preciosa, que yo sí recuerdo el momento? Pero, insisto, las letras y la economía no son exluyentes. Sigues escribiendo maravillosamente, aunque ahora sólo lo apreciemos por blog.
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