Érase una vez que me dormí el 31 de diciembre de 2009 y me desperté el 6 de Enero de 2011. Fin. Sin dinosaurio ni nada. Fin.
Raro pero cierto. El 2010 no sólo fue un año perdido para este blog, también para mí. Ni la universidad ni los trabajos de medio tiempo ni las sit-coms te preparan para el mundo real. Para qué entrar en detalles espeluznantes. Aquello ya es agua pasada. No más laissez-faire para mí. Mejor despido como se debe al 2011, agradeciendo. Aquellos momentos iniciales de absoluta inacción, incertidumbre, depresión y desesperación fueron rápidamente superados y opacados por unas cuantas buenas decisiones.
1. Volví a ver a la gente que quiero. Cuando busqué a mi familia y amigos, después de meses inmersa en la tristeza y el trabajo, estaban ahí como si el tiempo no hubiera pasado, sin rencores ni reclamos. Así deben ser las cosas: todo cambia menos la gente que te quiere.
2. Dejé de creer que ceder es símbolo de debilidad. Dos años me estanqué en un trabajo poco transparente, esclavizante, emocionalmente desgastante e invasivo de la privacidad creyendo que mi inconformidad tenía que estar incorrecta. No todo fue pérdida, pues mi experiencia me abrió la puerta a un cambio y de inmediato noté la diferencia. Finalmente estoy en el sector educativo, rodeada de gente valiosa, con facilidades reales para mejorar mi balance de vida y sobre todo haciendo un trabajo de mayor alcance.
3. Me titulé. Me tomé el tiempo de desempolvar mis apuntes para preparar mi examen profesional. In your face, director de carrera, in your face mi título de licenciatura con honores y la búsqueda de MBA. :-$
4. Me recompuse. Bajé de peso, cambié de doctor, volví a terapia y retomé la literatura. Pequeñas cosas que ayudan montones. Next stop: Convencer a Matt de que la caminadora elíptica es una buena compra.
Salud por este año. Salud, sobre todo, por el año que inicia. Y GRACIAS a todos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario