En algunas ocasiones, la hermosa Selene arrulla regaladamente, por muchas horas, y construye las visiones más encantadoras. Puede tomarte de la mano para llevarte a los lugares que no conoces y convencerte de que son como te los muestra; puede formar reencuentros con aquellos seres olvidados ha mucho; descubrir los más recónditos deseos, ignotos hasta para ti mismo, y hacerlos casi reales. Pero hay otras noches en que la señora de tez aperlada te abandona por otro Endimion y crueles demonios hallan la oportunidad de colarse por las orejas hasta rincones demasiado terribles para vivirlos fuera del mundo real, fuera de donde son al menos remotamente controlables. Entonces los apuntes de Economía, que has estado pasando a computadora para tu entrega final de la materia, aparecen cual murmullos tormentosos que crecen de intensidad hasta que se vuelven gritos viajantes de una realidad a otra que confunden el juicio. Y sueño es locura y locura, realidad.
Todo esto viene a cuenta de la leyenda familiar que, desde los antigüos tiempos de Antier, afirma que hablo dormida. Per se, el incidente parece apenas chusco para una tarde de simplicidades de café, pero hay cosas demasiado chistosas para no bloggearlas y que transcribo con cierto pudor.
—Mumble, mumble... la elasticidad unitaria... mumble... prueba del ingreso.
—Mumble... describa comportamiento del mercado... mumble... dadas condiciones de... mumble."
[Y el mejor, más elaborado y fruto de las burlas incesantes de Ruy, mi interlocutor:]
—Snore-snore. ¡Ruy! Dame los... mumble... atos... de la... mumble.
—¿Cuales gatos?
—Los... mumble... atos.
—¿Gatos?
—No, pend... mumble..., los datos.
—¿Cuáles datos?
—Ay, ya, pinch... mumble... escuincle, chin... mumble... madre. Snore-snore-snore.
Sí, resulta que también ronqué.
Las peores plagas del Hades súbitamente han sido depositadas en mi persona. Por favor regresa, bella señora Selene, como tranquilidad de mis siestas. Vuelve, hermosa viajera, y arrópame con tus cabellos estrellados y haz de mí lo que desees mientras me alejes de estos malos presagios de realidades infaustas.
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