jueves, enero 03, 2008

Pero qué hermosas eran...

Con tonadilla Sabinesca

Hoy me encontré para comer con un amigo en su restaurante predilecto: el vegetariano que está en el centro donde hace Yoga. Después de contarle mis recientes experiencias místicas, un poco sobre mi trabajo y mis aspiraciones académicas, miró mi vestimenta y la forma en que separaba las verduras de mi plato de salpicón de gluten. "El Gran Cañón se queda corto si lo comparamos con la brecha inmensa que va separando cada vez más nuestros estilos de vida" Le contesté que me tendría varios días pensando en esa brecha y, voilá, he aquí mi chaqueta pisciana Además resulta que este hombre tiene un breve toque de ex-novio y un tanto de viejo amigo. Así que me puse a pensar lo que sería de mí ahora si...

Si siguiera con mi primer novio, seguramente estudiaría en la UNAM. Siempre cargaría en un morral las llaves de un Buick viejo y un libro de Kabbalah. Dirigiría un folletín con aspiraciones de revista donde publicaría, al lado de amigos más brillantes, mis intentos de crónica y cuento. Saldría de fin de semana con él a sus eventos de artes marciales y cantaríamos mantras en el camino de vuelta. Pero por las noches, sola, me atormentaría el pensamiento de vivir "al día" siempre, sin seguridades ni una madurez estereotípica y tan deseable.

Si siguiera con mi segundo novio, tendría una mente cínicamente científica. Devoraría revistas especializadas y leería historias de terror en libros de Física Cuántica. Estaría segura de su cariño hacia mí, pero nunca sería suficiente. Me haría celosa y desconfiada de sus constantes guardias nocturnas en la fábrica y de sus salidas con compañeros de la escuela y el trabajo. Buscaría evidencias de otra mujer a cada instante. Y algún día lo descubriría despidiéndose de su mejor amigo, labio con labio, en la puerta de su casa.

Si siguiera con mi tercer novio, sería una gran ama de casa. Habría dejado de estudiar por casarme con él. Sería solidaria y lo esperaría despierta de sus guardias y emergencias. Siempre estaría preparada la comida, las batas planchadas, el maletín dispuesto y la cama estratégicamente destendida. Seguramente sabría de la existencia de sus amantes y sus farras, pero tendría pánico de reprochárselo o siquiera insinuarle que lo sé. Sus celos enfermos me obligarían a no salir de casa, y su violencia me obligaría a no desafiarlo jamás.

Para la tranquilidad de todos los involucrados, las historias se quedan en el pasado. Y no queda sino cantar la conclusión

El primero me aliñaba
El segundo me adornó
...
Ya sólo me faltaba ser simplemente yo
Con Wucius Wong

1 comentario:

Lady Stardust dijo...

El segundo es una gran gran historia!! D veras q a ver cuando nos vemos para q me cuentes todo con lujísimo d detalle... en cuanto se me pase un poco la gastritis.
Muchísimos besos y un año con mucho éxito.